CHACO(ARGENTINA)
Al noroeste del territorio argentino se extiende la región chaqueña, que ocupa alrededor del 40% de la superficie del país, casi un millón de hectáreas si se incluye el sudeste de Bolivia y Paraguay y el sudoeste de Brasil.
La región chaqueña argentina comprende las provincias de Formosa, Chaco, este de Salta, la mayor parte de Santiago del Estero, el norte de Santa Fe y parte de Tucumán y Córdoba.
La región chaqueña, antiguo hábitat de tobas, mocovíes, abipones, wichis, lules y vilelas, fue también el sitio donde el conquistador europeo se asentó por primera vez en lo que, años más tarde, sería la Argentina. Esto ocurrió cuando Francisco de Aguirre fundó, en 1553, la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo a orillas del río Dulce.
Relieve, clima e hidrografía
Es una extensa llanura, húmeda, de abundantes pantanos y lagunas, con presencia de salinas en el centro y sudoeste de Santiago del Estero, donde se destacan las de Ambargasta.
El clima es subtropical, con estación seca en su mayor parte, salvo en el este, donde la temperatura alcanza los 48º C en verano. Las precipitaciones medias anuales son de unos 800 mm y corresponden a un régimen periódico pluvial estival.
Los ríos que recorren la región son el Salado, el Pilcomayo y el curso del Paraná y del Paraguay.
Flora y fauna
Dentro del Chaco se encuentran el Parque Nacional Chaco, de 15.000 hectáreas, que abarca el bosque chaqueño y los madrejones (lagunas que en otra época fueron las curvas de los ríos regionales); y el Parque Nacional Pilcomayo, de 160.000 hectáreas, en la provincia de Formosa.
Las reservas formoseñas se caracterizan por la conservación de los quebrachales. Este árbol debe su nombre a la dureza de su madera, que quiebra hachas.
La especie más codiciada es el quebracho colorado, de más de 20 metros de altura y 1,5 metros de diámetro. La madera de quebracho no se pudre y su veta es recta, por lo que se la utiliza para sostener los rieles del ferrocarril y fabricar postes de alumbrado; además, de él se extrae el tanino, utilizado especialmente en la industria del cuero. La sobreexplotación del quebracho chaqueño durante la primera mitad del siglo XX destruyó la principal riqueza de la región. En la actualidad sólo sobreviven dos millones de quebrachos en Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Se los tala para la industria maderera y para ser consumidos en forma de carbón de leña.
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Además de los quebrachales, la región chaqueña presenta numerosas especies propias, como la palmera, el laurel, la tipa, el timbó, el viraró, el roble, el cedro y el lapacho, además de malezas, plantas trepadoras y arbustos espinosos como los cardones y bromelias.
Las termitas consumen esta vegetación subtropical, que comparten con las hormigas podadoras. Seis especies de armadillos a la vez buscan esos insectos como alimento y se los disputan con el oso hormiguero.
El tatú carreta, el taguá o chancho quimilero y el pato serrucho son especies en vías de extinción que en otros tiempos convivieron con quienes aún habitan la zona: pecaríes, corzuelos, conejos de los palos, vizcachas, monos, gatos monteses, pumas, hurones, zorros, zorrinos, chanchos del monte, tapires, quirquinchos, nutrias, ardillas, comadrejas, ranas, sapos, escuerzos, tucanes, garzas, teros, urracas, flamencos, perdices, aves predadoras, serpientes, reptiles y miles de roedores e insectos de todo tipo.
Los motivos de la extinción de algunas especies están explicados, de algún modo, en el propio nombre de la región: Chaco significa, en lengua quechua, lugar de cacería.
Sin embargo, no fue sólo la caza indiscriminada la causante de la extinción de algunos animales, sino también la destrucción de su hábitat. En 1976 el gobierno de la provincia del Chaco decidió talar cinco millones de hectáreas de bosque salvaje, llamado El Impenetrable, con el objetivo de convertirlas en tierras de cultivo. Este proyecto no terminó de cumplirse y la región fue arrasada y transformada en chaparral espinoso prácticamente infértil.
Recursos económicos
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El período floreciente en la economía de la región chaqueña fue el de la cosecha de algodón. Su historia se halla vinculada con el cese de la explotación del quebracho: unos 50 mil obreros que quedaron desocupados se volcaron al cultivo del algodón, otro vegetal característico de la zona.
Durante la Primera Guerra Mundial el algodón se había cotizado en alza, hecho que llevó a los gobiernos de la región chaqueña a incentivar su cultivo y explotación. Entre 1923 y 1936 más de 20.000 inmigrantes europeos llegaron al Chaco para trabajar en la industria algodonera. Pero este cultivo y sus beneficios económicos entraron en decadencia pocos años después, con el auge de las fibras sintéticas, de costo sensiblemente inferior. La época de cosecha moviliza a los trabajadores golondrina, quienes migran de una región a otra, según las necesidades de mano de obra. El algodón, recurso económico fundamental del Chaco, depende del clima: continuas sequías e inundaciones, arruinan las cosechas. Sin embargo, los habitantes de la región chaqueña siguen dependiendo económicamente de la industria algodonera.
En esta región prosperan también los aserraderos, las hilanderías, las fábricas de aceite, los molinos harineros y yerbateros, la fundición de plomo y zinc y las destilerías de alcohol.
El desmonte en el Chaco argentino potencia la desertificación
Desde 1975, se estudia el impacto que generó la deforestación en el departamento Moreno, provincia de Santiago del Estero y zonas vecinas. La transformación en desierto de tierras fértiles tiene su causa en diversos factores, entre ellos, el incremento de la demanda de alimentos que devino en la explotación de cada vez más extensiones de tierra para la agricultura. Investigadores aseguran el empleo de topadoras para la tala del bosque provocó daños irremediables en el suelo.
A partir de la década del ‘70, en el Chaco seco argentino se vivió una situación de sobreexplotación del bosque, como consecuencia de la práctica indiscriminada de desmonte y de la tala rasa con topadoras, que produjeron alteraciones irreversibles en el suelo. Es por esto que, desde 1975, investigadores analizan el impacto de la transformación en desierto de amplias extensiones de tierras fértiles.
Los investigadores llevan a cabo observaciones de campo, a partir del empleo de fotografías tomadas “in situ” para documentar las diferentes degradaciones que sufre el ecosistema. Los efectos de la degradación tienen su causa en la acción humana no conservacionista y se acrecientan por el riesgo climático de desertificación. “El creciente aumento de la población y la necesidad de satisfacer sus demandas afectaron de manera irremediable el ecosistema natural. En este contexto, uno de los principales desafíos es satisfacer el pedido de alimentos, situación que activa la deforestación con el incremento de áreas destinadas a la agricultura”, explica a InfoUniversidades Pedro Boletta, responsable del proyecto.
Las observaciones se iniciaron a fines del mes de octubre del año 1975 y continuaron periódicamente hasta la actualidad. A partir de esa fecha se realizaron en forma anual en el período comprendido entre fines de octubre y la primera semana del mes de noviembre. En 1999, se realizaron dos observaciones: una en la primera semana del mes de septiembre, para poder documentar las áreas sometidas al fuego, y otra en la última semana del mes de octubre, para registrar el comportamiento de las superficies que habían sufrido el efecto del fuego frente a las precipitaciones.
El área estudiada está incluida en la región neotropical, conformada por varias provincias: casi la totalidad de Santiago del Estero, este de Salta y este de Tucumán, y llega, en su límite inferior, hasta La Rioja y Catamarca. El estudio se realiza en una porción de este gran distrito fitogeográfico, circunscripto a la superficie ocupada por el departamento Moreno, en la provincia de Santiago del Estero. Se consideran, además, localidades vecinas de los departamentos colindantes y algunas limítrofes de las provincias del Chaco, Santa Fe y Tucumán. Esta área tiene un clima subhúmedo seco y semiárido que se caracteriza por tener un fuerte déficit hídrico debido a las escasas o nulas precipitaciones y una fuerte demanda hídrica de la atmósfera por las altas temperaturas, que agrava aún más la situación ambiental.
Boletta señaló que “en este tipo de climas la eliminación de la cobertura vegetal con topadoras que perturban la estructura del suelo es uno de los principales factores que activan la desertificación. En general, hasta hace poco tiempo, el laboreo del suelo desmontado para cultivos anuales se realizaba mediante el uso de maquinaria y tecnología empleadas en la Pampa húmeda, lo que provocaba la remoción del suelo, alterando su estructura y quedando expuesto a los fuertes vientos, calientes y desecantes de fines de invierno y comienzos de primavera. Esta situación provocaba la erosión eólica en las ‘tormentas de tierra’”. Por otra parte, entre los factores que favorecen el fenómeno de la desertificación, el investigador señaló que, en los últimos tiempos, comenzó a incrementarse la siembra directa que aunque atenúa el daño, sigue siendo dañina
Los investigadores llevan a cabo observaciones de campo, a partir del empleo de fotografías tomadas “in situ” para documentar las diferentes degradaciones que sufre el ecosistema. Los efectos de la degradación tienen su causa en la acción humana no conservacionista y se acrecientan por el riesgo climático de desertificación. “El creciente aumento de la población y la necesidad de satisfacer sus demandas afectaron de manera irremediable el ecosistema natural. En este contexto, uno de los principales desafíos es satisfacer el pedido de alimentos, situación que activa la deforestación con el incremento de áreas destinadas a la agricultura”, explica a InfoUniversidades Pedro Boletta, responsable del proyecto.
Las observaciones se iniciaron a fines del mes de octubre del año 1975 y continuaron periódicamente hasta la actualidad. A partir de esa fecha se realizaron en forma anual en el período comprendido entre fines de octubre y la primera semana del mes de noviembre. En 1999, se realizaron dos observaciones: una en la primera semana del mes de septiembre, para poder documentar las áreas sometidas al fuego, y otra en la última semana del mes de octubre, para registrar el comportamiento de las superficies que habían sufrido el efecto del fuego frente a las precipitaciones.
El área estudiada está incluida en la región neotropical, conformada por varias provincias: casi la totalidad de Santiago del Estero, este de Salta y este de Tucumán, y llega, en su límite inferior, hasta La Rioja y Catamarca. El estudio se realiza en una porción de este gran distrito fitogeográfico, circunscripto a la superficie ocupada por el departamento Moreno, en la provincia de Santiago del Estero. Se consideran, además, localidades vecinas de los departamentos colindantes y algunas limítrofes de las provincias del Chaco, Santa Fe y Tucumán. Esta área tiene un clima subhúmedo seco y semiárido que se caracteriza por tener un fuerte déficit hídrico debido a las escasas o nulas precipitaciones y una fuerte demanda hídrica de la atmósfera por las altas temperaturas, que agrava aún más la situación ambiental.
Boletta señaló que “en este tipo de climas la eliminación de la cobertura vegetal con topadoras que perturban la estructura del suelo es uno de los principales factores que activan la desertificación. En general, hasta hace poco tiempo, el laboreo del suelo desmontado para cultivos anuales se realizaba mediante el uso de maquinaria y tecnología empleadas en la Pampa húmeda, lo que provocaba la remoción del suelo, alterando su estructura y quedando expuesto a los fuertes vientos, calientes y desecantes de fines de invierno y comienzos de primavera. Esta situación provocaba la erosión eólica en las ‘tormentas de tierra’”. Por otra parte, entre los factores que favorecen el fenómeno de la desertificación, el investigador señaló que, en los últimos tiempos, comenzó a incrementarse la siembra directa que aunque atenúa el daño, sigue siendo dañina
La región del Chaco nuclea hoy a la mayor cantidad de etnias del país (7); ocupan las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Salta y Jujuy.
Son Tobas, Pilagás, Mocovíes, Matacos, Chorrotes, Chulupies y Chiriguanos-Chanés que en un número aproximado a los 90.000 subsisten con sus formas de vida originarias, manteniendo los patrones comunitarios y alternando con la realidad de los contextos regionales en los cuales se asientan.
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El estudio de los aborígenes de esta región conocida como Chaco Central y Chaco Austral, no puede ser entendido sino en relación con los del Chaco Boreal, en los actuales territorios de Bolivia y Paraguay.
El Chaco presenta una unidad ecológica global que a despecho de diferencias menores, dio como resultado un proceso adaptativo similar, reflejado en fuertes afinidades culturales de todos los grupos que lo habitan.
La única forma de evaluar correctamente el estado actual de las "estructuras sociales" subsistentes es teniendo en cuenta el proceso histórico que soportaron y los cambios coyunturales que se produjeron por el posterior contacto con los colonos europeos.
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Aserradero abandonado en comunidad wichi
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En efecto, el proceso de integración y desintegración de estos grupos estuvo relacionado con las consecuencias de las campañas militares,
la acción evangelizadora, la adquisición del caballo (horse compIex) y el grado de desarrollo de colonias europeas en cada región,
todos estos elementos marcaron ritmos distintos en el tipo y grado de aculturación,
sin embargo, las etnias más arraigadas a sus creencias no han modificado mayormente su respuesta aún ante tales signos del progreso,
la mayoría de las comunidades aborígenes de nuestro territorio son recolectoras y cazadoras; son muy pocas las que cultivan la tierra como forma de adquirir alimentos,
esta característica las diferencia del modelo de sociedad civilizada en donde la generación de recursos es la forma de subsistencia,
los insumos básicos no constituyen un motivo de preocupación porque los consideran parte integrante de la naturaleza y como tales inagotables,
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Vivienda Pilagá típica
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PILAGÁS
Los pilagá pertenecen al grupo lingüístico Guaycurú, son alrededor de 5.000 aborígenes. Viven en la provincia del Chaco y Formosa.
En esta última, junto a las otras dos etnias de la provincia, han comenzado un proceso de organización para la recuperación de tierras.
Varias comunidades tienen el título de propiedad de sus tierras. Algunas comunidades están alambrando para delimitar el terreno y hacer respetar sus derechos.
Forman comunidades, sobre todo en zonas rurales, con sus líderes tradicionales y el reconocimiento de la comunidad.
Las organizaciones son reconocidas jurídicamente como asociaciones civiles o comunitarias, lo que les permite gestionar los títulos de propiedad de la tierra en forma comunitaria, según lo manifestado en la Ley Provincial Integral Nº 426 de la provincia de Formosa.
Las organizaciones se fueron consolidando y formaron, a nivel intercomunitario, la Intercomisión Pilagá.
Esta organización sirve como espacio de reflexión conjunta, intercambio y capacitación donde se discuten los problemas comunes como zona, etnia y sus posibles soluciones.
Además funciona como canal de acción entre las diferentes comunidades y de experiencias conjuntas.
Un ejemplo de acción de la Intercomisión fue la elaboración y presentación de propuestas de artículos específicos en la modificación de la Constitución de Formosa.
Viven de sus trabajos como hacheros, cosecheros y del trueque o venta de sus artesanías.
Las comunidades que ya tienen la seguridad de la tierra han comenzado un proceso de ocupación efectiva de las mismas a través del desarrollo de diferentes alternativas económico-productivas: agricultura, ganadería mayor y menor, aprovechamiento de los frutos del monte, etc.
Han sufrido como todas las etnias el proceso de aculturación impuesto por la sociedad dominante.
Realizan tejidos de fibra de chaguar, tallas de madera, palo santo y canastos de carandillo (tipo de palmera).
Hablan su lengua, y en algunas escuelas se están instrumentando experiencias de educación bilingüe y bicultural.
En la actualidad hay un fuerte resurgir de los valores culturales.
| Madre Pilagá. |
Las mujeres y los niños son los encargados de buscar el agua. | |
Vivienda típica Pilagá. |
TOBAS
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Niños Tobas
| Del guaraní :"frente"; esta denominación se asocia a la de los "frentones" conferida por los españoles por la costumbre de los guaykurues de raparse la frente ante la muerte de un familiar, o Kom'lek, ocupaban principalmente la provincia del Chaco y en mucho menor medida Formosa y Salta.Constituyen comunidades rurales o urbanas con sus líderes tradicionales o comisiones vecinales, asociaciones comunitarias, cuyos miembros son elegidos por la comunidad. Son alrededor de 50.000 asentados sobre tierras fiscales, pertenecientes a algunas misiones religiosas y barrios en la periferia de los centros urbanos (ejemplo: barrio toba de Resistencia)
Participan, junto a los campesinos, en la Unión de Pequeños Productores Chaqueños, y mediante ésta también se tiene presencia en una organización a nivel regional.
Los asentados en comunidades rurales continúan con las prácticas tradicionales de caza, recolección, pesca y agricultura (algodón, maíz, mandioca, porotos), cultivan la tierra en pequeñas parcelas, son peones temporarios en los algodonales, obrajes, aserraderos, hornos de ladrillos y carbón o empleados municipales en los pueblos.
Las artesanías tradicionales se mantienen (cerámica, tallado, cestería,y tejidos) constituyendo, aunque magra, una constante fuente de ingresos. En la ciudad de Quitilipi (Chaco) se realiza anualmente una Feria de Artesanía Aborigen, a la que concurren representantes de toda la provincia.
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Artesano trabajando sobre madera. |
En general, para todas las etnias, la infraestructura sanitaria de los asentamientos es prácticamente nula; tal situación se ve agravada por la falta de profesionales "que entiendan" sobre las peculiaridades de sus culturas , lo que provoca continuos choques y fricciones.Se registra una alta tasa de tuberculosis y enfermedades gastrointestinales.
En Formosa se calculaba, hacia fines de 1993, que un 45% de la población aborigen (de la cual los tobas son un 30 %) se encontraba afectada por tuberculosis pulmonar y un 35% de sífilis o venéreas, siendo numerosos los casos en que la misma persona sufra de las dos enfermedades al mismo tiempo.También se registran casos de Chagas, parasitosis y anemia.
El Chamanismo toba, a cargo de los llamados "piogonak, sigue vigente, y es tan fuerte su presencia como pocos son los médicos y/o enfermeros que llegan hasta las comunidades.
En cuanto a la educación escolar, el porcentaje de ausentismo y deserción es elevado, pudiendo mencionarse entre las causas principales las migraciones estacionales, la falta de escuelas bilingües y los programas no adaptados a la realidad aborigen.
| Asentamiento Toba en los alrededores de Pampa del Indio, Chaco. |
WICHIS
Los wichi (llamados en forma despectiva matacos) son aproximandamente unas 80.000 personas. Junto con los chulupíes (unas 1.200 personas) y los chorotes (unos 900) forman la familia de los Mataco-Mataguayo.
Viven en Salta, Formosa y Chaco, en Argentina. También en Bolivia y Paraguay.
Es pueblo del monte aunque ocupan las periferias de los pueblos como Ingeniero Juárez y Las Lomitas en Formosa, o Los Blancos y Embarcación, en Salta.
Hoy ocupan tierras marginales, montes deteriorados debido a la tala indiscriminada de árboles y a la instalación de petroleras que ocasionan la pérdida de la fauna autóctona.
En Formosa, las comunidades del oeste recuperaron, en gran parte, el reconocimiento legal de las tierras que ocupan.
Viven en comunidades situadas en las cercanías de poblados blancos, en medio del monte o sobre la ribera del Pilcomayo y Bermejo, con líderes tradicionales y elegidos por la comunidad.
Comparten con otras etnias el resurgimiento de la organización de la lucha por al tierra. Participan con sus representantes en el espacio reconocido por las leyes del aborigen.
Muchos aún practican la recolección de frutos y miel del monte, cazan y pescan.
Otros trabajan en obrajes madereros, en desmontes o son cosecheros temporarios en campos ajenos. Tallan la madera del palo santo, tejen con fibras de chaguar y hacen una utilitaria alfarería que venden también.
Las enfermedades que diezman a las comunidades, como al resto de sus hermanos son la tuberculosis, desnutrición, Chagas, venéreas, brucelosis, se ven incrementadas por la descompensada dieta alimenticia basada en maíz, zapallo, carne de cabríos y pescado, fruta y casi nada de verdura. Algunos fueron víctimas del cólera.
Se estima que sobre el total de 17.800 habitantes de origen mataco-mataguayo el analfabetismo asciende al 40% señalándose como causas de deserción escolar la carencia de establecimientos escolares, traslados de grupos familiares por razones laborales, situaciones conflictivas con los docentes, etc.
La mayoría tiene arraigadas costumbres de vida con dependencia plena de la naturaleza y aún conservan elementos de su rica cosmovisión, su lengua y curaciones naturales, entre otras cosas
| Jefe de familia wichi |
Caserío wichi.
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Madre wichi amamantando a su bebé. |
MOCOVÍES
Los mocovíes pertenecen al grupo Guaycurú, junto con los tobas y pilagá. Son aproximadamente 7.300 personas.
Viven en la provincia de Santa Fe y sur de Chaco. No poseen tierras. Viven en caminos abandonados, en campos trabajando como peones, y en los barrios periféricos de las ciudades.
La pérdida de la tierra trajo aparejado la destrucción de su antigua organización. Muchos viven dispersos y otros conforman comunidades con identidad propia en la periferia de las ciudades o en las zonas rurales. Actualmente se están organizando en ambas provincias junto con otras etnias.
La economía es de subsistencia. Trabajan de peones rurales, hacheros, cosecheros, empleados en aserraderos o municipios.
Los que cuentan con una tierra realizan mimicultivos de algodón, hortalizas, maíz, etc. Algunos hacen artesanías venden o cambian por alimentos, ropa, etc. Carecen de protección laboral y social.
A pesar de la aculturación se identifican como mocovíes con sus formas de ser, pensar y hacer. Muchos hablan su idioma aún, y actualmente hay un fuerte movimiento de recuperación cultural.
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CHIRIGUANOS- CHANE
Existen unos 21.000 Chiriguanos y 1400 Chanés, aproximadamente en Argentina. Ambos son de origen amazónico. Los primeros Guaraníes y los segundos, Arawuak
Las que habitan son fiscales o de las misiones franciscanas. Viven en las provincias de Salta y Jujuy. También habitan en Bolivia y Paraguay.
En una época lejana los Chiriguanos sometieron a los Chané. Actualmente se toman a ambos grupos como una comunidad cultural, aunque se distinguen entre sí por la lengua y ocupan aldeas distintas.
Algunos viven dispersos en los cinturones de las ciudades, otros en comunidades. En Salta cuentan con la Ley Provincial del Aborigen sancionada en el año 1987.
Tradicionalmente son agricultores de maíz, zapallo y porotos, pocos pueden vivir actualmente de la tierra, porque no la tienen. Subsisten de sus trabajos en los ingenios azucareros, obrajes, aserraderos, municipios. Son cosecheros golondrinas: desde la Zafra del norte van a la vendimia cuyana, llegándose a Río Negro y Neuquén para la cosecha de la manzana.
Mantiene su identidad y parte del patrimonio cultural. Aún algunos efectúan convites con Kanwi (chicha) o el ritual del arete, cultan a su I`payé (curandero) y siguen siendo alegres y hospitalarios.
Hablan su lengua y realizan artesanías tradicionales, máscaras y cerámicas (chané) y cestería (chiriguana)
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CHOROTES - CHULUPÍES
Son un total de 3000 individuos, distribuidos sobre el Pilcomayo, centro y norte de Formosa y en los alrededores de Tartagal en Salta.Todos practican la caza, la pesca y la recolección de frutos y producen algunas artesanías La gran mayoría vive arrinconados y rodeados por sus propios hermanos, en una posición desventajosa en donde seguramente el número tiene mucho que ver. El índice de analfabetismo es elevado al igual que los enfermos de tuberculosis pulmonar, diarreas, parasitosis, venéreas, etc. |
Panorama Formoseño
Los problemas surgidos con el proceso destructivo de colonización que los aborígenes sufrieron y tienen que sufrir hoy en día son muy variados.La fuente de caza y recolección tradicional, el monte, se ha depredado, por lo cual resulta imposible asegurar el sustento diario basándose exclusivamente en las actividades tradicionales conocidas. La continua confrontación con los no indígenas, sobre todo a través de la escuela, ha destruido en gran parte las formas de vida tradicionales, con ciertos grados de diferencia. | |
De este proceso destructivo, cuyo desarrollo no ha concluido aún, han surgido nuevos problemas, cuya solución intentan hallar los recolectores y cazadores, basándose en la recuperación de sus valores culturales y en el reconocimiento por parte de las autoridades de ciertos derechos, hasta hace pocos años impensados.
Wichis, pilagás y tobas han estado y están en Formosa. Casi noventa comunidades resumen toda una historia que aún no ha sido contada y que sigue esperando su t¡empo. Mientras tanto poco a poco y de acuerdo con la situación de cada comunidad y con sus relaciones con el blanco, el aborigen va transformándose e incorporando el otro mundo al suyo propio.
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Primero hubo que asumir los aspectos legales planteados y después llegó la Ley Integral del Aborigen, un planteo reivindicatorio y un permanente recordatorio al hombre blanco de que el aborigen existe y que es diferente. Más tarde fue la educación y en muchas comunidades el mejoramiento de servicios.El Instituto de Comunidades Aborígenes que es dirigido por un presidente y por los directores de etnias, quienes son elegidos por sus pares, atiende la problemática relativa a cuestiones sanitarias, de bienestar social,productivas, artesanales y muchas más. | |
La voz y e! trabajo del aborigen se hicieron sentir siempre. Desde el cultivo en la chacra, el manejo de las redes de pesca, la dura jornada del aserradero y en la tarea silenciosa de los artesanos, ellos han colaborado siempre con su sistema tradicional de economía que indica que no han dejado de ser un pueblo cazador-recolector.
Los aborígenes no han perdido la voz de sus mayores pero ahora saben que el conocimiento es lo que da autoridad. Es probable que ya no invoquen a sus antiguos dioses para renovar sus fuerzas, pero no pueden dejar de pensar que en algún momento llegará Lasagué, el viento de agosto, que como siempre sacudirá las plantas y a los hombres avisándoles que se preparen para el nuevo tiempo de la primavera.
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Cuando los códigos y el idioma son comunes la cultura se expande con más facilidad y rápidamente caracteriza a todo un pueblo, pero cuando no es así surgen los fracasos propios de la falta de entendimiento entre los hombres.
En la década de los años 70 nacieron en la provincia las primeras experiencias de enseñanza de la modalidad aborigen, a raíz de las necesidades de comunicación de algunos maestros y ante las dificultades que mostraba la mayoría de los niños aborígenes escolares en las escuelas comunes. Esas prácticas fueron institucionalizadas por el Estado provincial en la década del 80 dentro de un régimen especial, mediante un proyecto de reforma de la currícula escolar por el cual se comenzó a formar a auxiliares aborígenes y se trabajó con firmeza en la capacitación de los docentes.
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Actualmente casi ochenta escuelas atienden las pautas culturales de las etnias que corresponden en cada uno de los casos. En ellas los maestros formoseños siguen enseñando y también aprendiendo con sus alumnos.
El crecimiento llegó en 1985 con la apertura de cuatro Centros Educativos de Nivel Medio ubicados en Formosa, El Potrillo, Ingeniero juárez y General Mosconi, a los que se imprimió una respuesta diferente según las necesidades de cada comunidad y a la vez se ofrecieron propuestas a una juventud que necesitaba ser atendida con justeza, en un trato igualitario para poder asumir juntos el rescate y la defensa de valores que nunca se deben perder.
Posteriormente se inauguró en Ingeniero Juárez un Instituto de Nivel Superior para preparar a profesores para la enseñanza primaria de la modalidad, toda una realidad muy esperada por los Wichis, los Pilagás y los Tobas. |
En la última reforma Constitucional se realizaron una serie de correcciones y se incorporaron nuevos derechos respecto a los pueblos aborígenes. De todos ellos, el reconocimiento de la identidad étnica y cultural de los pueblos se ha escrito con la letra del protagonismo popular. Los derechos indígenas están reconocidos en el artículo 75, inciso 17:
"Corresponde al Congreso Reconocer la preexistencia de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptibles de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones."
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DESNUTRICION EN EL CHACO:http://www.endepa.org.ar/noticias/noticias.htm
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